Hay momentos de quiebre, de quiebre absoluto. Donde los sentimientos estallan, se hacen polvo, la venda en mis ojos cae suavemente, como si el viento se la llevara.
Sólo se da. No hay presupuestos, uno no lo ve venir.
Una palabra, un gesto, una mirada, un movimiento del cuerpo, un aroma, un recuerdo.
Y ahí uno queda suspendido, como si el tiempo no pasara, se ralentiza, nada se mueve, yo no me muevo, no pienso, no siento, solo mis ojos están abiertos.
No hay emociones. Sólo realidad.
Sólo la verdad.
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